En el libro de Proverbios, cap. 4:23 el Señor nos dice a través del escritor que antes de todo, lo más importante es cuidar el corazón, cuidar el lugar de donde mana nuestra vida. Cuán importante es esta declaración para poder vivir de una manera sana y sin cargar con asuntos que estropean nuestro crecimiento y sobre todo, nuestra relación con el Espíritu Santo.
La Parábola del Sembrador
Ahora, en la parábola del sembrador (Mateo cap.13), Jesús compara nuestro corazón con un terreno donde la semilla de la palabra es sembrada y la cual da fruto solamente en la buena tierra. Nuestra pregunta además de ¿si somos buena tierra?, debería ser ¿qué semilla estoy dejando que de frutos en mi corazón? ¿Qué cosas estoy dejando que crezcan y echen raíces en el terreno de mi corazón?
En lo personal, he tenido etapas en mi vida donde me ha tocado experimentar el rechazo y escuchar palabras negativas que afectaron mi espíritu, y sin darme cuenta iba cargando con esas heridas y rencores. Mi idea era sobreponerme a todo eso en mis fuerzas, y vivía a la defensiva constantemente, hasta llegué a crear un concepto de mí misma tan alejado del propósito de Dios.
Estoy segura que a muchos, sino es que a todos los que alcancen leer este escrito, les ha ocurrido lo mismo, han sufrido de rechazo o ha estado expuesto a las críticas, al señalamiento, al dolor de la decepción, a la soledad, al quebrantamiento, a palabras negativas, incluso de los seres más cercanos y que posiblemente usted ame, y el rencor la venganza hayan echado raíces en su alma y su mente, a tal punto que no le permiten avanzar y lo tienen atado a pensamientos negativos y destructivos, o bien ha decidido simplemente obviar el sentimiento y hacer a un lado esa pequeña molestia cuando lo critican, cuando lo señalan, o cuando no escucha lo que usted quiere escuchar respecto a su comportamiento o sus habilidades, etc. Y sin darnos cuenta vamos dejando que en el terreno de nuestro corazón la “maleza” eche raíces.
Tiempo de Avanzar
Yo pude avanzar hasta que reconocí el dolor que me causó todo aquello, examiné mi comportamiento, abrí mi corazón y me sinceré con el Espíritu Santo. Fue entonces cuando logré dar un paso hacia la liberación de todo lo negativo que cargaba en mi alma y me convencí una vez más, que una de las armas más poderosas para limpiar nuestro interior es llenarlo con la palabra de Dios y apropiarnos de sus promesas.
Su palabra también dice que el Espíritu Santo es nuestro consolador, el muestra empatía hacia nosotros, es decir, que se “pone en nuestros zapatos”, y esto es tan poderoso porque El logra entender tan perfectamente nuestros temores y el dolor que podamos estar atravesando. Yo le invito a que pueda permitirle al Señor, que escudriñe su corazón y pueda sanar su alma de todo pasado, de rencor, que el arranque de raíz todo lo que el enemigo ha plantado para apartarlo del propósito de Dios para su vida y para su familia.
Árboles de Justicia, Plantíos de Jehová
En Isaías 61:3, nos dice que seremos llamados árboles de justicia, plantíos de Jehová, para su justicia. No permita que su corazón sea plantío del enemigo, y le impida ser de bendición a otros a través de sus frutos; que sus heridas puedan ser testimonio del poder sanador de Dios. Cuidemos el terreno de nuestro corazón, seamos sinceros con el Señor cuando algo turbe nuestros pensamientos, cuando las críticas nos afecten, incluso ser sinceros al reconocer que también nosotros nos volvemos jueces de otros y lanzamos semillas malas.
No podemos asumir que a lo largo de nuestra vida no vamos a estar expuestos a lo negativo, pero cuando mostramos nuestras heridas ante Jesús, el puede hacer la obra de sanidad y restaurar cualquier corazón roto. Deje que El sea quien plante semillas de bendición en su corazón a través de Su palabra.

Mary Frixione, aficionada a la música en muchos de sus estilos, servidora y colaboradora en Comunidad Cristiana Creo, en el área infantil y musical, estudiante de Comunicación. Se considera una persona amigable y en ocasiones demasiado hilarante. Decide entregarle su vida a Jesús a la edad de 12 años, gracias a la invitación que le hizo su hermana de asistir a un servicio de jóvenes y desde ahí comienza a surgir su dedicación de servir a Dios. Dos de sus pasatiempos favoritos es leer y ver películas, sobre todo cintas de ciencia ficción y acción.
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