Este escrito va dirigido única y exclusivamente a aquellas personas que sin importar su denominación cristiana han puesto en práctica una vida de oración y devoción a Dios. La oración sin duda alguna es algo místico, es una herramienta poderosa que nos hace sentir invencibles.
No existe adversidad que resista una oración llena de fe, como dijo Charles Spurgeon: la oración es el pequeño nervio que mueve el músculo del Omnipotente. Sin duda alguna es la manera favorita de Dios para cambiar las cosas que no calzan en nuestro diseño divino.
Pero a veces, la oración parece jugar en nuestra contra, el decidir creer a Dios por la sanidad de una enfermedad que nos agobia y empezar a orar, resulta que a veces no traerá la mejoría que esperamos, si no a veces parece empeorarla. Cuando decidimos orar para que Dios nos provea una necesidad financiera, resulta que esta en vez de mejorar, empeora.
Cuando decidimos orar por la libertad de un familiar que se encuentra atado por algún vicio, este en vez de dar síntomas de sanidad o mejoría empeora. No exagero cuando te digo que me he encontrado con muchas personas que me dicen: “desde que empecé a orar las cosas no me están saliendo bien”.
Sin duda alguna oramos por situaciones que son muy complejas, situaciones en la que sólo Dios con su poder divino puede auxiliarnos, situaciones que por sí solas son muy frustrantes, y el que no recibamos el resultado que esperábamos después orar con fe sin duda alguna es la gota que derrama el vaso, nos hace colapsar, nos hace resignarnos a vivir en esa zozobra, creemos que Dios nos ignora o no somos prioridad para El.
La frustración quiere impedir que recibas tu milagro, te vas a encontrar con pensamientos o voces que intentarán menguar tu fe, la mayoría de veces habrá voces intentando callar tu oración. Pero Insiste, persevera, ora más fervientemente.
“Jesús iba llegando a la ciudad de Jericó. Junto al camino estaba un ciego pidiendo limosna. Cuando el ciego oyó el ruido de la gente que pasaba, preguntó: —¿Qué sucede? La gente le explicó: —Ahí viene Jesús, el del pueblo de Nazaret. Entonces el ciego se puso a gritar: «¡Jesús, tú que eres el Mesías, ten compasión de mí y ayúdame!» Los que iban delante reprendían al ciego para que se callara, pero él gritó con más fuerza: «¡Mesías, ten compasión de mí y ayúdame!» Jesús se detuvo y ordenó que trajeran al ciego. Cuando el ciego estuvo cerca, Jesús le preguntó: —¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le respondió: —Señor, ¡quiero volver a ver! Jesús le dijo: —¡Muy bien, ya puedes ver! Te has sanado porque confiaste en mí.”
Lucas 18:35-42 TLA
La oposición a nuestras oraciones, las voces que tanto nos quieren desanimar y callar, son una señal divina que nos dice de parte de Dios que nuestro milagro está apunto de acontecer, la oposición es esa notificación que nos dice que ya Dios contestó nuestra oración. Dios está apunto de cambiar el tiempo de frustración y sufrimiento por tiempos de alegría y alabanza. Ten ánimo tu oración ha sido contestada.
Dios ha decidido bendecirte a causa de tu oración, y cuando Dios da la orden de bendecirte, no hay quien pueda maldecirte. Cuando Dios da la orden de sanarte, no hay diagnóstico médico o enfermedad que pueda resistirte a ello. Quiero terminar invitándote a orar con una frase de mi pastor que dice: ora, si no pasa nada ora, si no sigue pasando nada ora, y si no te funciono seguí orando.

Casado, nacido en Managua, Nicaragua. Comerciante y Líder de jóvenes de Comunidad Cristiana Creo. Conoció al Señor Jesús a los 17 años y desde ese entonces ama la presencia de Dios, ama conocer, ayudar, aconsejar y orar por las personas. Le gusta mucho leer y escuchar música instrumental y sublime. Le encantan los asados y compartir con sus amigos, sus pasatiempos favoritos son ir al gym, cine, y comer.
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