Seleccionar página

Hay una historia en la biblia acerca de un paralítico que deseaba entrar a un estanque para ser sanado, ¿paradójico no? Puesto que él mismo ya se encontraba en una posición de estancamiento al ser paralítico, él deseaba entrar al estanque, para dejar de estar estancado a causa de sus piernas.

Lo que él no había logrado comprender en 38 años que llevaba enfermo era que más allá de su impedimento físico; su espíritu y su mente estaban estancados, este hombre llevaba toda su vida esperando un milagro, pero lo único que hizo durante 38 años para salir de su situación fué esperar.

Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.

(Juan 5:2-5 RVR)

Cúantas veces en la vida se nos pasa el tiempo esperando “momentos oportunos” esperando ese rescate milagroso o esperando que alguien más haga por nosotros lo que nosotros mismos no hemos podido hacer, al igual que éste paralítico nos la pasamos estancados en temporadas, en dolores, en fracasos o en viejas glorias.

Mentes Estancadas

Nuestras mentes se enfrascan con facilidad y decidimos quedarnos ahí estancados al borde del estanque esperando que algo o alguien nos saque, porque detenerse es más sencillo que hacer algo. Y así se te pasan años, estancado en un trabajo que no quieres, en una relación que te lastima, en rencores o estancado en sufrimientos.

Los estanques en los jardines son bellos, pero si el agua no tiene manera de limpiarse, tarde o temprano dejará de ser un lugar agradable, pero además el estanque es limitado, cuando nos estancamos evitamos que nuestra fé en Dios fluya sobre nuestras vidas.

¿Estancamiento Espiritual?

Hace algunos años mi esposo y yo pasamos un período de estancamiento espiritual, lo más grave de este suceso es que al continuar en ese estado llevamos ese estancamiento a todas las áreas en nuestra vida, no entendíamos que necesitábamos movernos para salir de esas quejas contínuas, para salir de la tristeza que nos había provocado la pérdida de un ministerio (eso era lo que pensábamos en aquel entonces), para reanudar un matrimonio estancado e incluso para hacer correr nuestras finanzas personales nuevamente; pero sobre todo, para retomar nuestra relación con Dios.

Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? (Juan 5: 6-9 RVR)

Y entonces, después de algún tiempo y después de hacer descender nuestras quejas para por fin escuchar un poco a Dios, Jesús nos hizo la pregunta: ¿Quieren ser sanos? –Habíamos estado tan aturdidos, tan ensimismados que no nos dimos cuenta cuántas veces se nos hizo esa pregunta antes de que pudiéramos escucharla.

Hablemos del Paralítico

Nada diferente del paralítico de la historia que respondió con un relato (nada que Jesús no supiera) a esta pregunta, porque aún no se había percatado que Jesús mismo estaba a punto de hacer un milagro.

Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. (Juan 5: 8-9 RVR)

Aunque una mente estancada es limitada, es propio de las ovejas reconocer la voz de su pastor, de manera que cuando hicimos descender la queja, logramos escuchar a nuestro Buen Pastor diciendo que era momento de sanar y salir del atolladero.

Las ocasiones donde podamos quedarnos estancados van a presentarse siempre y podremos quedarnos a esperar que se agite el agua cada tanto o podemos ir a la fuente directa, al Jesús, al Dios mismo, porque sólo él puede sacarnos de nuestros lugares asolados.

Y usted

¿Quiere ser sano?