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¡Feliz Día MAMÁ!

Hace 12 años recibí un libro basado en cómo ser una Súper Mamá. Y es que, si pensamos en ser madre por primera vez, nos veremos obligadas a aceptar que, aún teniendo todas las ganas, nada ni nadie nos prepara verdaderamente para el momento real. Quería ese manual de supervivencias para madres primerizas como yo, casi olvidando que el formador de los niños ya había dicho que estaba lista y podría hacerlo al permitirme quedar embarazada luego de 3 años de matrimonio sin utilizar ningún método anticonceptivo.

Esta ha sido una carrera de obstáculos, dudas, miedos e inseguridades que gracias a Dios y el instinto innato que deja que nos llene durante la maternidad ha pintado una sonrisa al final del recorrido en mi rostro. No niego que en ocasiones le he querido ayudar a Dios con mil maneras para que no cunda el pánico en mi vida de mamá, tampoco negaré que he terminado llorando y frustrada las ocasiones en que mi hijo no duerme, no come, no disfruta el baño como en las películas.

Recuerdo que estando embarazada Dios me dijo a través de mi padre espiritual que ese hijo que cargaba era un profeta (por eso mi esposo y yo le llamamos: “Profeta chiquito”), me dijo Dios que le pertenecía a él y no debía extrañarme que hablara pronto, y caminará anticipado a los rangos normales porque su tarea en esta tierra era urgente, ya estaba trazado su destino como el de cada niño que Dios permite nacer y claramente vi confirmada la palabra, esa es la diferencia mamás: Debemos afinar nosotras el oído para ser esa madre que necesitan nuestros hijos para apoyarles y acompañarles a cumplir su propósito en la vida.

¿Saben qué hacía esta mamá cuando se enfermaba el niño? Se lo presentaba a Dios en oración diciéndole: Papito… tu profeta tiene fiebre, es tuyo, sánalo porque yo no puedo, ¡pero tu sí! y vi la mano de Dios sanándole y a la vez fortaleciéndome, por eso alabo a Dios, es que Dios nunca abandona a quienes le llaman con sinceridad, yo digo: Dios nunca abandona a una mamá en apuros, cada vez que le llamamos o invocamos, estamos manifestando un acto que refleja la más genuina dependencia y confianza que tenemos en él.

El salmo 50:15 dice: “E invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás”. Con Dios tú también saldrás airosa de cada situación de la maternidad y prepárate ya que, a futuro tus experiencias serán consejos que guiarán a otras en este camino de nunca acabar.

Glen Alvarado