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Cada vez que se acerca el natalicio de un familiar u amigo es muy común ver que se prepara una sorpresa para la persona y mientras el día llega, todos los que deciden festejar o comprar algún obsequio guardan el secreto; deseamos sorprender a la persona, sabemos que, cuando llegue el día indicado le habremos hecho algo de su agrado.

A lo largo de nuestra vida, tendemos a guardar secretos, las causas varían; pero: ¿Qué tipo de secretos estamos guardando? Si alguien nos preguntara, qué tenemos escondido, ¿lo querríamos mostrar? – Eso que estás guardando podría bendecir o podría destruir, y sí, estoy hablando de eso que procuras hacer cuando estás a solas, pero, no se trata de una sorpresa, lo escondes porque sabes que está mal hacerlo.

Hace un par de meses veía una película donde la protagonista, tenía más de lo que podríamos pedir actualmente. Un buen esposo, un matrimonio unido, una familia hermosa con 2 hijos, una empresa en ascenso… en fin, un buen panorama; pero nada de eso tuvo peso cuando empezó a llevar un secreto peligroso a su vida, resulta que una relación extramarital (de hecho eran varias), adicción y desorden en sus emociones era lo que traía escondido esta mujer durante buen tiempo, hasta que lo que ocultaba salió a luz de la peor manera posible, lo que acabó destruyendo su integridad, su empresa y su familia.

¿Ocultar o Destruir?

Hay cosas que, en lugar de ocultar, debemos destruir. Eso que tenemos escondido puede representar nuestra ruina, a nadie le encanta hablar de lo que hace mal, casi siempre nos escudamos detrás de imágenes “intachables”, pero déjame decirte que no hay un solo humano que sea justo delante de Dios, somos justificados únicamente a través de Cristo.

Quizás en algún momento haya usted leído o escuchado sobre Acán, en la biblia; perteneciente a la tribu de Judá, pensó que estaba bien si se quedaba con algo de lo que debía deshacerse y lo escondía; sin embargo, eso que traía “a escondidas” le costó el perder una batalla y poner en peligro a su mismo pueblo (Josué cap. 7).

Es que, aunque no lo notes, cuando damos rienda suelta a pecados que no reconocemos, porque tratamos de ocultarlos en lo más profundo de nuestro ser y pretender que no sucede nada, no sólo afectamos nuestra vida, sino que afectas a todo tu entorno.

“El revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz” (Daniel 2:22)

Sea que se trate de tristeza, amargura, mentira, orgullo, odio, envidia, lujuria, pornografía, relaciones inadecuadas, acciones a través de tu dispositivo móvil que sabes que no debiste haber hecho… sea lo que sea, no le es oculto al Señor, él siempre revela lo profundo de nuestros corazones, conoce lo que está en tinieblas, pero siempre pone de manifiesto su gracia, ahí podemos ser redimidos y traer luz a estas partes oscuras en nuestra vida, ahí donde todavía no hemos permitido que Cristo nos alumbre.

¿Se Deben Mantener las Costumbres?

Mantener costumbres peligrosas en secreto, es como derribar tu casa desde adentro y no puede estar más alejado de lo que Dios ha visionado para sus hijos.

Pero aunque tu lucha sea compleja, los muros siempre pueden ser reconstruidos, aún puedes acercarte con confianza al trono de Gracia y hallar ayuda oportuna. Llenémonos tanto de Cristo que la próxima vez que te pregunten ¿Qué tienes escondido? puedas mostrarlo sin temor  y que lo que lleves tenga por nombre Bendición.

«Porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él. Y el redimirá a Israel de todos sus pecados.» (Salmos 130:7-8).